viernes, 28 de marzo de 2014

Ya no tengo quién me acaricie el pelo.

Ya no tengo quien me acaricie el pelo mientras duermo, ni quien se abrace a mi al despertarme notando su calor y su aliento. A veces la soledad no es mala, pero en su debido momento y cuando uno la busca. Las veces en las que uno no quiere estar sólo es difícil estar en soledad y uno se tiene que acariciar a sí mismo el pelo y abrazarse a la almohada. En las últimas semanas me he acariciado yo mismo el pelo, pero no es lo mismo, está claro que no es lo mismo. A veces, uno piensa en la persona con la que ha compartido su vida durante mucho tiempo, piensa para bien, y recuerda los buenos momentos que pasó con esa persona. El cine y la televisión han hecho mucho daño a nuevos desamores y nuevas generaciones. Nuestros padres no lo vivieron, y sobre todo porque no conocieron en sus tiempos redes sociales ni watshaps, Pero ellos no comprenden nuestras vivencias, y siempre dirán que tan solo esta juventud de hoy día quiere fiesta y vaguear. Tampoco comprenden que las hipotecas que nos hacen a nosotros de 40 años no sean lo mismo que las suyas en las que pudieron pagar sus apartamentos en menos de diez años. No comprenden la situación nuestra y se les ha quedado grande y largó el cambio de la peseta al euro, ya que siguen contando en las antiguas pesetas sus nuevas compras. A mí, como joven de 34 años, me indigna la situación laboral que estamos sufriendo los de  mi generación, pero tan solo me preocupa que  -"ya no tengo quien me acaricie el pelo"-.



Tenerife, 28 de marzo de 2014.

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