Mezclarse entre la multitud de un paseo de cualquier ciudad y ver a su gente, ver decenas de películas, una detrás de otra, sabiendo que una deseas historias, es la tuya. Cámara en mano, paso corto y la cabeza repleta de ideas, parte de tu "disco duro" está ocupado con imágenes. Con una sola imagen. Todo te recuerda a esa persona, y por largos y rápidos que sean los pasos, verás algo que te recordará, y que te hará sonreír de nuevo. Observas como una pareja abrazada en uno de los bancos del paseo lee tranquilamente. Descansa de su paseo turístico por la zona céntrica y monumental de tu ciudad. Observas como cuatro cuarentonas pierden el autobús y corren tras el, no quieren perderlo. Puedes observar como un padre juega con su hijo revolcándose por el suelo del borne, olvidándose de todos los problemas, de toda la multitud y edificios que les rodean. Este momento es para él y su pequeño. Observas como el camarero tropieza con la acera, pero consigue que no se le caiga la comanda al suelo, suspirando una vez más. Puedes sentir todo a tu alrededor, y entonces es cuando vuelves a pulsar el disparador e inmortalizas otro momento de la vida de cualquiera. Más tarde, tomas una cerveza con tu peluquero e intentáis arreglar el mundo entre sorbos y aceitunas. -No arreglaréis nada, y a pesar de saberlo, continuáis haciéndolo-. El chino del bar, con cara sonriente, emula a Rafa Nadal con un matamosquitos que tiene forma de raqueta electrificada. Te despides, arrancas tu moto y regresas a casa. Tuviste los ojos bien abiertos hoy chaval, y te quedaste con todo. Ahora vuelves a cerrarlos y vuelve a aparecer ella, y piensas, -"Te echo tanto de menos cariño"-.
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