La ciudad coge sentido cuando ves a padres convirtiéndose en niños durante unos minutos, los niños en adultos pagando para que se produzca el movimiento y que todo tenga algo más de sentido, más alegría. El artista tan sólo puede ver a su marioneta y escuchar el sonido de las monedas al golpear la caja que tiene situada a un escaso metro. El movimiento de este totalmente calculado, sabe lo que hace y por donde pasea su muñeco, la música que suena es antigua como lo son las marionetas, detrás de él se encuentra otra colgada esperando a salir en un segundo, tercer, cuarto acto o el que sea... La música anima la calle, anima la ciudad que tan triste es cuando nadie pasea por ella. Tan sólo cemento, cristal y poco más. Otros se dedican a decorar paredes exponiendo sus obras sobre el cemento anteriormente nombrado, y otros la ensucian de manera vulgar y entonces meten en el mismo saco a los primeros que lo único que intentan y hacen es colorear las ciudades. Pintura, spray, papel mache y un sinfín de materiales visibles por nuestras retinas. Aquí entraría en conflicto la ordenanza cívica de ayuntamientos y un sinfín de reglas del juego... lo dejaré aquí, hoy tan sólo me quedo con lo positivo y con el momento fotografiado.
Palma de Mallorca, 29 de marzo de 2015.
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