viernes, 14 de agosto de 2015

Del arte a la memoria

Suena a cafetera intergaláctica apocalíptica, el rum rum del motor me enamora, es plateada, con dos ruedas como todas las motocicletas de dos ruedas. El conductor lleva melena y como no, un casco de mediados de los ochenta... Lo mismo me pasa con el abuelo que cada día pasa por la calle en su bicicleta antigua, casi con tantos años como él, no se queda corto en colección de años, de décadas y de algo más que puede que me olvide. Cuando me pasan estas cosas decido coger la cámara y cazarlos, cazar el momento, pegar la memoria en mi disco duro. Colecciono imágenes, guardo recuerdos que no sé si en un futuro próximo o no tan próximo voy a tener espacio en la azotea para retenerlos. Fotografía es igual a memoria, y aprieto cada vez que veo que se me va aquello que me pasa por delante y quiero asegurarme bien asegurado que lo podré ver, recordar dentro de un tiempo. Las cajas en las que nuestros padres guardaban las fotografías de nuestra infancia se han convertido en discos duros, o en un ordenador, o en un móvil... En fin, sigo experimentando con el arte de la fotografía.

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