En los últimos días, tan solo se escucha por televisión sobre el crimen sucedido en León. Ese crimen con un trasfondo político con celos de poder, envidia y mala leche por un tubo. Madre e hija, maquinaron el crimen años antes, y esperaron a que la dirigente del PP estuviese sola para atacarla como si de hienas se tratase. El ser humano, y en este caso, -ayudado por los lazos familiares-, suele pecar siempre por las mismas cosas, -véanse los siete pecados capitales-, que seas o no de moral cristiana, que no es mi caso, siempre caemos por lo mismo,-Avaricia, pereza, orgullo…-
Este es un caso algo excepcional en nuestro territorio. Por primera vez, uno de los políticos es asesinado a bocajarro por un antiguo compañero de partido, y no por terroristas de ETA.
Algunos lo quieren todo, y si no es así, harían todo lo posible para quitarse a sus enemigos personales en su trayectoria. El hecho en si, hace aún más daño a la clase política. La gente ya no cree en "vendedores de humo", ni en "piquitos de oro" que puedan embaucar a la población, tan solo con letras y frases. La gente, el ciudadano de a pie, quiere creer en una persona, que podría ser su propio vecino. Cada vez se fija menos en el "color" de las palabras, en los partidos políticos, y todo lo que puedan abarcar estos. La gente quiere hechos y resultados. Está claro que en España, o nos renovamos, o morimos de una vez por todas y de rodillas.
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