viernes, 10 de julio de 2015

Amor de madre

A pesar de todo, a pesar de que los tatuajes no me gusten en mi propio cuerpo, tan sólo reconozco uno de ellos como verdadero, como auténtico. Debe de ser un tatuaje de los años ochenta. Un vecino mío lo lleva y me contó la historia, se lo hizo él mismo con un alfiler cuando le metieron en la cárcel por robar un coche, todavía estaba el Caudillo por medio. Se dice amor de madre y no amor de padre porque el de ellas es único,  se preocupan por nosotros como nadie más. Tan sólo ellas nos han tenido en su vientre durante meses. Tengo 35 años y aún me escondo de mi madre cuando cuchareo del bote de nocilla, he de decir que con el cola cao también lo hago... No dejamos de ser niños, y los que dejan de serlo envejecen antes que los demás, y que conste que no hablo de un síndrome de Peter Pan, ni mucho menos. Otros hablan de la viejentud como mi amiga Julia, que a pesar de todo comprende lo que nos pasa por la cabeza a los de la generación de los años ochenta, incomprendidos de por si pero que así como va pasando el tiempo nos damos cuenta que las generaciones venideras son... Prefiero cambiar de tercio y seguir con las maneras que tenemos los varones frente a nuestras progenitoras, lo del cola cao, lo de la nocilla, lo de avisar que llegaremos tarde a casa o que estaremos unos días ausentes ya que nos vamos de viaje... en fin, compraré un bote de esos herméticos para poder meter los insectos que vaya cazando.

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